Iba tocando mi flauta
por un camino y la orilla,
era un reguero de flores
diminutas margaritas.
La mañana tempranera
el suelo, lo cristaliza
los pájaros picotean
para romper esa brisa.
El arroyo serpentea
a lo largo de la orilla
uniéndose al claro río que
hacia la mar se encamina.
Para escucharme tocar
el agua se en mudéis
a tras quedaba una alfombra
diminutas margaritas
Encarna Gordo
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